La familia de una española desaparecida en Perú denuncia el complot para ocultar su cadáver

Fuente: EL PERIÓDICO

 

"Todo lo hicimos por miedo. Como estaba tiesa, ya no podíamos hacer nada, me dan miedo los muertos. Ella murió porque impactó con la torre, las maderas estaban levantadas, pero no tenía sangrado. La verdad no sé qué pasó realmente, yo solo he ayudado en llevar su cadáver al río". Es la declaración de Luzgardo Pillco, de 21 años, el instructor de tirolina acusado en Perú, junto a su amigo Jainor Huillca, de 19, de acabar con la vida de la española Nathaly Salazar, una turista de 28 años, vecina de Valencia, que desapareció el pasado 2 de enero cuando practicaba canopy en la selva de Cuzco. Ambos están en prisión acusados de homicidio. Sostienen que la chica murió en un accidente y que ellos, "por miedo", se deshicieron de su cadáver tirándolo a un río. Pero ni la policía ni la familia de la joven creen su versión y apuntan a que los acusados "no cuentan toda la verdad".

Según el sumario del caso, al que ha accedido EL PERIÓDICO, la última pista fiable de Nathaly, que viajó a Perú como mochilera, la dio una profesora de yoga peruana, que coincidió con la joven española y Jainor, durante su recorrido por la tirolina. A partir de ahí, la policía solo cuenta con la información que han aportado los acusados. Aseguran que aquella mañana Nathaly conoció a Jainor, que trabaja como taxista, al salir de su hotel. Él la guió en un tour de tres horas por distintas ciudades y luego fueron a practicar canopy (tirolina a través de la selva) a la empresa donde trabajaba como instructor el amigo de Jainor, Luzgardo. Aunque quien tutorizó sin capacitación a Nathaly durante el recorrido fue Jainor. Él y la chica siguieron a Luzgardo y un grupo de turistas durante los dos primeros tramos del trayecto. Entonces empezó a granizar y el grupo decidió abandonar la actividad. Jainor y Nathaly continuaron hasta el final, donde Luzgardo les recogería con el coche de Jainor.

Una botella de ron junto al cadáver

"Ella dijo que quería ver el valle, así que bajó primero. Yo sujetaba su arnés por detrás, pero le dije que tenía que ayudarme a frenar. De pronto, sentí que los guantes empezaban a calentarse y quemar por lo resbaloso del cable, ella no me apoyaba en el frenado, incrementó la velocidad de descenso, tornándose incontrolable e impactando la polea contra los resortes del cable".

Según su versión, al percatarse de que Nathaly estaba muerta, fue a pedir ayuda a Luzgardo y entre los dos le quitaron el arnés y la bajaron. Luego, metieron su cadáver en el maletero del coche y lo trasladaron hasta el río Vilcanota, donde lo tiraron. Antes, compraron una botella de ron y la colocaron, medio vacía, junto al cadáver, para simular que la chica se había caído ebria. También metieron piedras y arena en su bolso para impedir que el cuerpo saliera a flote. Después, se repartieron sus pertenencias: un teléfono móvil, un monedero, una chaqueta naranja y un palo para hacer selfies, y se marcharon. Diez días después, fueron detenidos y enviados a prisión, acusados de homicidio culposo, encubrimiento, omisión de denuncia y hurto.

Tras nueve meses de búsquedas infructuosas, la chica, que había cursado estudios de técnico deportivo y no era la primera vez que practicaba canopy, sigue en paradero desconocido y los investigadores no tienen ninguna certeza. Ni siquiera "se puede definir fehacientemente que el circuito de aventura extrema sea el lugar o escena del crimen, porque no hay evidencias y todo se basa en la versión de los imputados". La policía no encontró sangre en la tirolina ni en el maletero del coche en el que supuestamente habrían trasladado a Nathaly. Además, los dos acusados ofrecieron versiones distintas sobre cómo trasladaron su cadáver y acerca del recorrido que hicieron hasta llegar al río, incurriendo además en numerosas contradicciones sobre quién propuso deshacerse del cuerpo y dónde debían hacerlo.

La policía peruana no da crédito a su relato: "No se ha ubicado el cadáver en todo el recorrido del cauce del río Vilcanota por personal de la policía de la unidad de alta montaña, con lo que se infiere que dicho cadáver no habría sido lanzado al río conforme indican los implicados, deduciéndose que los hechos narrados por estos no corresponden a la verdad, siendo que es indispensable la búsqueda del cuerpo a fin de que se practique la diligencia de necropsia y corroborar la versión de los detenidos".

Cruce de llamadas

La madre de Nathaly, Alexandra Ayala, también quiere saber qué ocurrió realmente con la chica, pero sobre todo necesita encontrarla, para "tener un sitio donde llorarla, para sentirla con nosotros". Sin embargo, denuncia que "faltan datos importantes en la investigación, algo más pasó en aquella tirolina y puede que más gente esté implicada o sepa algo". La policía peruana, con la colaboración de la policía española, investiga ahora varias llamadas telefónicas que Luzgardo habría realizado en las horas del suceso a su jefe Mario Meza, el dueño de la tirolina, y a otro de los empleados de la empresa, que por cierto, estaba en fase de pruebas y no tenía los permisos necesarios para funcionar.

Tienen sobradas razones para ahondar en esa línea. El 4 de abril, tres meses después de lo ocurrido con Nathaly, otra turista peruana de 29 años falleció al caer de la misma tirolina en la que habría muerto la española. Su instructor también perdió la vida. Desde entonces, el dueño del canopy, Mario Meza, y su socio están en la cárcel acusados de homicidio. Comparten prisión en Perú con los presuntos asesinos de Nathaly, a los que acusaron en su día de "captar pasajeros a quienes atendían de forma clandestina en el canopy a expesas nuestras".

La familia de Nathaly ha pedido que separen a los cuatro y los lleven a diferentes centros penitenciarios para evitar "que se pongan de acuerdo en dificultar la investigación", que acaba de declararse causa compleja por orden del juez. Los investigadores peruanos y españoles tienen nueve meses más para dar con el paradero de Nathaly, una joven "con toda la vida por delante" que, después de mucho tiempo trabajando y ahorrando, emprendió un viaje "llena de ilusión" y nunca volvió.