«No sé dónde estoy»

Fuente: larazon.es


El Senado pedirá al Gobierno cambios en la ley de Protección de Datos para agilizar el rastreo de los más de 2.500 desaparecidos con alzhéimer en un año. Pulseras y localizadores, una opción en estudio


No sé dónde estoy. Veo el mar». Esto fue lo último que escucharon los familiares de Óscar Blanco cuando le llamaron por teléfono para saber dónde se encontraba. El problema fue que no consiguieron que el juez diera la autorización a tiempo para pedir a la compañía telefónica su última ubicación y así volverlo a ver. Hoy, seis años después, los familiares le siguen buscando, aunque su estado civil sea fallecido. Así relata Flor Bellver, la presidenta de Inter-SOS, la situación tan dura que sufren los familiares de los desaparecidos con alzhéimer. Para evitar que se repitan casos como éste, el Senado está estudiando la posibilidad de pedir al Gobierno la modificación de la Ley Orgánica de la Protección de Datos. «Todos los entes coinciden en lo importante que es modificar la ley en casos humanitarios para agilizar las búsquedas. También se está valorando solicitar su modificación para poder hacer la prueba de la huella dactilar, ya que en la actualidad no se puede acceder al banco de huellas sin autorización de un juez», precisa Luis Aznar, portavoz de la Comisión Especial para el estudio de la problemática de las personas desaparecidas sin causa aparente del PP.


Ahora, «el juez puede tardar dos o tres meses en dar la autorización para que la compañía telefónica, gracias a sus repetidores, informe de la última ubicación del desaparecido con un error de metros», precisa Bellver. «La ley de Protección de Datos es muy restrictiva y, en los casos en los que haya razones humanitarias, debería permitirse al instante, porque ahora depende del juez que puede considerar que el derecho a desaparecer libremente ha de primar», añade. Opinión que comparte el comandante de la Unidad Técnica de la Policía Judicial de la Guardia Civil, Óscar Ignacio Esteban, que fue quien ha llevado a la Comisión esta petición. «Una de mis propuestas es modificar la Ley de Protección de Datos porque cuando hay una denuncia de la desaparición de un adulto al que se ha visto cómo le metían en un coche, el juez da la autorización al instante o como mucho tarda una hora. Pero cuando se pierde una persona con alzhéimer el juez puede concederla o no. Hay jueces y jueces. Y sería bastante útil para tratar de localizar a estas personas».


Algo clave, ya que desde SOS Desaparecidos alertan del «aumento de casos de personas con alzhéimer que se han perdido este año», afirma su coordinador, Francisco Jiménez. «Es muy difícil dar un dato concreto porque no tenemos cifras oficiales, pero te puedo decir que desaparecen de media 2.500 personas con alzhéimer al año, y en 2013 se han denunciado más casos. Es un problema grave que hay que solucionar ya, porque en estos últimos años se ha duplicado la desaparición de personas con alzhéimer en España», asegura Jiménez que estima que «de todas desapariciones con alzhéimer que se producen cada año, 500 se hallan muertas». Este periódico ha intentado contrastar estos datos con el Ministerio del Interior, pero no se han facilitado cifras. Y los diferentes cuerpos no hacen diferencia por enfermedad. «Desconozco si llega a esa cifra. Hasta el pasado viernes tenemos 2.490 desaparecidos (con o sin la enfermedad) sin encontrar, y sólo de las denuncias que nos llegan a la Guardia Civil, faltarían los datos de la Policía Nacional, Ertaintza...». En cualquier caso, «sólo esta semana nosotros tenemos constancia de 16 casos de personas con alzhéimer desaparecidas, de las cuales cuatro se han encontrado muertas», afirma Jiménez. El último, el de Fidentino Reyero, el anciano con alzhéimer desaparecido en Moguer (Huelva) y cuyo cuerpo fue hallado este jueves en la zona de Nazaret. De ahí, la necesidad de actuar al instante, porque en estos casos la rapidez es clave para encontrarlos vivos, como aseguran los expertos.


Demandan un protocolo estatal

Con el fin de evitar los extravíos, el presidente de la Confederación Española de Asociaciones de Familiares de Personas con Alzheimer y otras Demencias (Ceafa), Koldo Aulestia, que estima que hay 1.200.000 personas en España con alzhéimer, ha pedido «que exista un protocolo no autonómico, sino de carácter estatal, de actuación mediante la sensibilización social y la prevención». «En la actualidad, las pulseras y otro tipo de dispositivos corren a cargo de los familiares y no es coordinado a nivel estatal. Hemos pedido que se ponga en marcha un sistema general y a ser posible subvencionado». Opinión que comparte también Bellver y el comandante de la Guardia Civil. «Los localizadores, como las pulseras, serían muy útiles para encontrar a una persona con alzhéimer. Yo desde luego se la pondría a mi familiar si fuera necesario. Esto permitiría saber dónde está y poner la denuncia en el último sitio donde se sepa que haya estado», afirma Esteban. «No estaría nada mal la implantación de localizadores. Pero también es importante crear un protocolo en caso de desaparición, ya que no lo hay ni a nivel estatal ni autonómico, y que cuando alguien vea a una persona que puede no estar bien acercárse y preguntar, porque puede estar perdido», añade Bellver.


Asimismo, «es importante que se impartan cursos a taxistas, conductores de autobús... para que puedan identificar cuando una persona con alzhéimer se pierde y se centralice toda la información», destaca Aulestia.


Diez señales pueden ayudar a los familiares a identificar la enfermedad, según la Asociación del Alzheimer:

  • Pérdida de memoria que dificulta la vida cotidiana y preguntar lo mismo repetidamente.
  • Dificultad para planificar, resolver problemas o hacer una receta conocida.
  • Dificultad para desempeñar tareas habituales en la casa, en el trabajo o en su tiempo libre.
  • Desorientación de tiempo o lugar. Desconocimiento sobre cómo llegaron allí.
  • Dificultad para comprender imágenes visuales, en leer, juzgar distancias o determinar colores.
  • Nuevos problemas con el empleo de palabras en el habla o lo escrito.
  • Colocación de objetos fuera de lugar y la falta de habilidad para retrocer en el tiempo y recordar dónde los dejaron. Pueden acusar a los demás de robarles.
  • Disminución o falta del buen juicio.
  • Pérdida de iniciativa para tomar parte en el trabajo o en las actividades sociales.
  • Cambios en el humor o la personalidad.

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